La técnica para tocar el saxofón es subjetiva y está basada en el estilo de música que se pretenda tocar (clásica, jazz, rock, ska, funk, etc.) además del sonido que el músico tenga idealizado y pretenda alcanzar. El diseño del saxofón permite una increíble variedad de producción tonal y el sonido ideal y las llaves para producirlo son temas que alimentan acalorados debates.
La embocadura.
En la embocadura típica, la boquilla no se introduce más de la mitad en la boca del intérprete. El labio inferior envuelve de manera suave los dientes, haciendo que ésta descanse sobre el labio y no rompa la caña y es mantenida firme con una ligera presión de los dientes superiores que hacen una ligera presión en la boquilla, a veces se almohadilla con una fina cinta de caucho conocida como compensador, cojinete o almohadilla para morder para evitar que los dientes se resbalen sobre la boquilla. El labio superior se cierra circundando la boquilla para crear un cierre hermético y los filos de la boca se mantienen firmes y estáticos. Hay que tomar en cuenta que la presión sólo debe ser evitando el movimiento de la boquilla ya que al aplicar mucha fuerza, el labio inferior se lacera con los dientes.
Es de gran importancia la situación de la garganta para obtener un sonido completo además de rapidez produciendo las notas. Debe permanecer abierta y relajada. Esta apertura y relajación debería continuar constante a lo largo de todo el registro del saxofón y en especial con el registro grave. El registro completo del instrumento debe tocarse sin cambiar la embocadura, aunque es normal su movimiento ya que es un movimiento natural y en algunos casos se necesita mover la lengua hacia atrás para hacer que el sonido baje un poco de tono.
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